19 de noviembre de 1957

Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todas mis fuerzas.

 

Albert Camus escribió esta carta poco después de serle concedido el premio nóbel de literatura en 1957 y se la dirigió al que fuera su maestro de escuela en la pequeña localidad del norte de Argelia en la que nació e hizo sus primeros estudios: Mondovi. Está incorporada como un apéndice al último libro que escribió, una especie de novela autobiográfica en la que estaba trabajando cuando sufrió, en 1960, el accidente de tráfico que le costó la vida. Si no habéis leído la novela, os la recomiendo: “El primer hombre”.

Si la he incluido en esta nueva entrega del “cajón de sastre” es porque es el texto más breve y conmovedor que conozco de expresión de agradecimiento.

Un saludo muy cordial .

Última modificación: lunes, 15 de abril de 2019, 17:23